Nueva York se blinda ante las amenazas terroristas por el décimo aniversario del atentado a las torres gemelas.
Calles, metros y locales públicos se llenan de gente armada cuyo teórico objetivo es transmitir seguridad a cambio de una pequeña pero creciente pérdida de libertad. La realidad es que tanto despliegue no hace más que acojonar al personal y hacerlo más receptivo a sacrificar su libertad.
Y los terroristas, cuya meta es transmitir el terror entre los ciudadanos, sonríen en sus casas pues ven confirmado que ya nos han ganado.
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