Miles de personas acaban con diarrea tras beber de una fuente de agua milagrosa con supuestos poderes curativos en China. Lo mejor del caso es que los vecinos advirtieron a los turistas crédulos que el agua no era potable, pero estos pensaron que querían acaparar el agua para sí mismos.
El único milagro certificado es que a día de hoy todavía hay gente trabajadora que confía en Rajoy.
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