La oposición Siria denuncia más de 1.400 muertos por ataques con gas sarín autorizados por el gobierno, pero la ONU se niega a investigarlo alegando que no está garantizada la seguridad y de paso que China y Rusia vetan la propuesta.
Sólo quiero recordar cómo el mundo reaccionó tras las 3.000 muertes del 11-S. Imagino que sólo hacen falta 1.600 muertos más para empezar a moverse.
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