Ortega Cano ingresa por fin en la prisión de su elección para cumplir la irrisoria pena de dos años y medio por matar a Carlos Parra al conducir borracho. Mientras tanto, este mismo país condena a 22 años de cárcel a un hombre con problemas mentales por retener y amenazar a una familia durante horas en su propia casa.
Olviden lo de los aforados. El chollo en este país es ser famoso y torero.
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