Y en este caso el señor Bárcenas no tiene absolutamente ningún poder para ofendernos. Su peineta es acogida con una sonrisa, porque demuestra que está hasta las narices. Esquiando, pero hasta las narices.
Créanos señor Bárcenas, nosotros también estamos hasta las narices de tanta corrupción. Pero a diferencia de usted, nosotros tenemos motivos.
Disfrute mientras pueda.
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